Joaquín José Martínez
 Joaquín José Martínez
El primer europeo en salir de un corredor de la muerte de Estados Unidos
 

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La Detención

28 de Enero de 1996 : Uno de los días que marcarían el resto de mi vida.

Ese día fui a la casa de mi ex mujer para visitar a mis hijas. Tras esa visita me metí en mi coche y al cruzar la esquina de la casa, cuatro coches de la policía me bloquearon el paso, dos por delante y dos por detrás.

Los helicópteros me rodeaban desde el aire y decenas de policías me apuntaban con sus rifles. Me sacaron del coche a la fuerza y me arrestaron acusándome de la muerte de una pareja cuyo asesinato fue tres meses  antes y había producido una gran conmoción en Brandon.

Eran un chico y una chica y por lo que pude comprobar en los documentos del juzgado. El chico, hijo del sheriff de esa ciudad, se dedicaba a vender drogas y la chica era su novia y trabajaba como bailarina de striptease en uno de los locales más famosos de la ciudad.

Empezaron a interrogarme, a decirme que lo tenían todo grabado, y me acusaron de esas muertes.

Se llevaron mi coche para practicarle algunas pruebas, y a mí me metieron en una celda sin darme ninguna explicación, sólo que me iban a procesar por estos asesinatos.

Cuando llegué a la cárcel, llamé a mis padres y ellos me tranquilizaron un poco diciéndome que todo se aclararía rápidamente.

Me sentía confiado por una parte pero por otra no podía dejar de estar preocupado por la gravedad de los cargos.

Pensé que todo se aclararía en poco tiempo, que sería cuestión de  horas pero no fue así y mientras pasaban los días, las semanas y los meses la preocupación aumentaba.

Me hicieron pruebas de ADN para cotejarlas con las que se encontraron en el lugar del crimen pero, siendo los resultados negativos, yo seguía preso y esperando juicio.

Decían tener unas grabaciones en las que supuestamente confesaba el crimen, pero que no se escuchaban muy bien. Así que las cintas fueron enviadas al departamento del FBI para mejorar la calidad pero eso también tuvo resultados negativos.

La Fiscalía decidió preparar una trascripción de las cintas en la que mi ex mujer, la policía y el fiscal escribieron su interpretación de lo que se decía en esas grabaciones.

Con esa trascripción unido al testimonio de los policías del caso y los testimonios de mi ex mujer y de mi ex novia que cambió su declaración 24 horas antes del juicio y unos presos de la cárcel que declararon que yo les había confesado el crimen, y una defensa que en vez de cuidar por mis intereses cuidaron de los suyos propios, empezamos un juicio que quedaría plagado de errores judiciales.

Es importante recordar que en el lugar del crimen había huellas dactilares y ADN que pertenecía a alguien pero no a las víctimas ni a mí. Que ni en el coche ni en nada de la ropa que se llevaron de mi casa había pruebas en contra y que antes de entrar yo en la cárcel habían detenido a varias personas para interrogarlas por el crimen. Que ningún amigo ni familiar de ellos me conocía ni jamás me habían visto. Es verdad que dos años antes había trabajado en la misma empresa con este chico, pero no había ni una sola prueba que fuésemos amigos ni que mantuviéramos algún tipo de contacto desde que él había dejado la empresa. No había motivos por los que yo cometería un crimen.

A pesar de todas estas irregularidades me hallaron culpable sentenciándome a muerte por una de las víctimas, y a cadena perpetua por la otra, por lo que ellos llamaron asesinato premeditado y robo en domicilio.

El día del juicio recuerdo la agonía que me invadió, pero lo peor fue ver a mis hijas después de más de un año sin verlas, ahora con un mono naranja y camino al corredor de la muerte.

Me despedí de ellas y también de mis padres que con sus palabras me darían la fuerza para mantenerme fuerte hasta el final…... "lucharemos hasta sacarte de aquí".

 

 

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